La acción cotidiana de las personas lleva a formalizar contratos que pueden generar unos daños en determinadas situaciones o, sin haber contrato, provocar unos daños a otra persona por los que haya que compensar a quien sufrió el perjuicio.
El Derecho español regula estas situaciones y da lugar a la aparición de los llamados daños contractuales y daños extracontractuales.
La relevancia de estas dos categorías de daños en la vida cotidiana es muy grande. Todos firmamos contratos regularmente, ya sea para alquilar una vivienda, contratar un seguro o comprar un producto en línea. Si hay un incumplimiento, las disposiciones sobre daños contractuales nos ofrecen protección y la posibilidad de reclamar indemnizaciones. Asimismo, en situaciones en las que no existe un contrato, la responsabilidad civil extracontractual garantiza que la persona perjudicada pueda ser compensada, incluso en situaciones tan comunes como un resbalón en un local comercial o un perjuicio provocado por el acto negligente de otra persona.
Los daños contractuales son aquellos perjuicios que se producen cuando una de las partes incumple las obligaciones establecidas en un contrato. Por ejemplo, si alguien compra un electrodoméstico y la empresa no cumple con la entrega o proporciona un producto defectuoso, este incumplimiento puede generar una reclamación de daños y perjuicios con base en la relación contractual.
Por otro lado, los daños extracontractuales (también conocidos como responsabilidad civil extracontractual) surgen cuando no existe un contrato previo entre las partes, pero una persona causa un perjuicio a otra. Un ejemplo común ocurre en los accidentes de tráfico: si alguien sufre lesiones o daños en su vehículo por culpa de un tercero, puede exigir una indemnización aunque no haya firmado ningún acuerdo con el responsable. Esta figura jurídica está regulada en el Código Civil español, principalmente en el artículo 1902, donde se indica que quien cause daño a otro por acción u omisión debe repararlo.
En definitiva, los daños contractuales y extracontractuales sirven para equilibrar las relaciones sociales y económicas, asegurando que, ante un perjuicio, exista la posibilidad de reclamar la reparación o compensación correspondiente.
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